lunes, 27 de abril de 2009

Sobre la poesía



Mis poemas no son poemas. El otro día, mientras yo leía en público un texto hermosísimo de un escritor francés, otros quisieron encumbrarse a pequeña escala con su poesía. No me gustaron, ni ellos ni sus poemas. No me hicieron temblar. Es verdad que algo de calidad había, buenas ideas, palabras poderosas y cierto ingenio. Todos aplaudían y ellos se retiraban satisfechos, yendo después a la caza y captura de la adhesión de los autores encumbrados. Pero yo seguía sin temblar y odiando mucho mucho a los que me hacen sentir así de estúpida e inservible: yo no escribo poemas porque no escribo como ellos. Así que no sé qué es lo que puedo enseñarte. Pásate por mi cerezo, allí dejo lo que necesito arrancarme y nunca espero que nadie aplauda al final de la lectura (aunque reconozco que si lo hacen se me pasan antes las ganas de llorar). Un beso.



Supongo que a David no le importará que multiplique los destinatarios del correo que le acabo de enviar. Él me preguntaba por mis poemas, quería verlos. Entonces me acordé de aquel momento tan crítico (por su claridad reveladora) que viví el miércoles en la biblioteca de mi universidad. Había declinado la invitación de mis profesoras de recitar algún texto propio, preferí leer (en francés) la belleza de la prosa poética de Philippe Delerm. Me temblaba la lengua, pero disfruté muchísimo exteriorizando y dando a compartir la pasión por lo que está bien escrito y me conmueve. A lo mejor debí atreverme a enunciar mi palabra en voz alta, no tener miedo de resultar estúpida y mediocre, pero no, ¿por qué presentar a alguien que no conozco, que no me ha elegido ni a mí ni a mi poema, un fragmento de lo más inaccesible de mí?No creo en esa poesía compartida, sólo en un acto de lectura íntimo, individual y aislado. Cómo detesto los discursos pretenciosos, los accesos de reconocimiento, la falta de humildad y de autocrítica. Imposible estar donde están ellos. El día que sea capaz de escribir una línea sin derramarme sobre ella, sí, quién sabe, quizá ese día yo también aspire en público, en una pequeña sala de una ciudad provinciana, a ser llamada escritora.



1 comentario:

AnadelasTejasrojas dijo...

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¡Querida C e c i l i a!

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