domingo, 23 de septiembre de 2007

Intramuros



El jardín de las delicias fugaces


abonado con las heces de una inteligencia

a ras del suelo.

Y por si tuviera poca, este pesimismo endiablecido

que trabaja de cortacésped sanguinario.


Nadie sabe lo que ocurre aquí adentro.



Un olivo con la soga anudada de mis sueños.


Mi cabeza pende de ella.

Todavía siento los gritos al atardecer.



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