sábado, 1 de septiembre de 2007

LOLA VELASCO (II)


SIN conseguir comprender nunca,
sentimos el peso de los impulsos,
pero habitamos
en la piel de un muerto.
Cruzando la pulsación,
el aire exacto
de un ruido,
el deseo
igual que un mordisco
devorándose a sí mismo.


(De El movimiento de las flores)



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