Acabo de aparagüizar en Cáceres, en medio de una estruendosa tormenta (nada metafórico, todo natural, en casa se respiraba la paz de la indiferencia). He dejado en el cielo de Madrid poluciones y todo cuanto tenía, a quien me quiere y me requiere, ya curado y replicando palabras mágicas. Entonces intenté decirle, creo que hay otros niños que ahora me necesitan. Y no había más niña que yo, y una vida que no supe curar y poner en orden. Estaré ocupada deshaciendo mi enorme bolso, colocando cada trasto en su sitio, un poco de medicina que sepa a jarabe, no necesariamente delicioso. Orden, orden, orden. Y quizá algún día sobrevuele el cielo, otra vez, silbando.
Imagen sustraída, obviamente, del álbum de Mary Poppins, obviamente.
2 comentarios:
Bienvenida a casa, preciosa.
Tengo un paragüitas esquelético que apenas levanta el vuelo, pero, cuando lo hace, siempre es en tu dirección.
Besos
Tu paragüas me enternece tanto.
Gracias, preciosa, ya es casa, nuestra casa
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