domingo, 24 de febrero de 2008
Las dulces punzadas
Me has llenado el corazón de alfileres
(bien prendido, te imagino en tu minuciosa labor de artista aventurero
que quisiera restaurar un patrimonio derruido),
pero no sé contra quién he de actuar.
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Me has llenado el corazón de alfileres
(bien prendido, te imagino en tu minuciosa labor de artista aventurero
que quisiera restaurar un patrimonio derruido),
pero no sé contra quién he de actuar.
Laurence Koe
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Me has llenado el corazón de alfileres
(bien prendido, te imagino en tu minuciosa labor de artista aventurero
que quisiera restaurar un patrimonio derruido),
pero no sé contra quién he de actuar.
Late, late, late, pequeñísimo corazón de un pájaro al borde de su rama precipicio.
Qui suis-je?
- Cecilia Sainte-Naïve
- Una isla dentro de otra , Spain
- Vivirás sin tocar el suelo, pero siempre despertarás con el peso de la tierra sobre ti.
"Todo esto ha sucedido. Mis versos son -un diario, mi poesía -la poesía de los nombres propios".
(M. Tsvétaieva)
- A la sombra de otra voz (173)
- desconexiones (100)
- Duermevela (5)
- La sombra vibra - la muerte vibra (43)
- La sombra vibra-la vida vibra (140)
- Le cérisier en français (19)
- Temblar en la música (43)
- veo-imagino (80)
- Verso - voz (163)
Cerezo en conserva
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Propiedad intelectual
Aunque no se trata de un espacio literario ni considero que mis textos tengan ningún valor fuera del ámbito emocional, declaro que todos los escritos de mi autoría que aquí figuran están amparados por los derechos de propiedad intelectual y se hallan registrados con el siguiente número de asiento registral: 14/2012/102
3 comentarios:
Piensa que cada vez que alguien te lée, te arranca un alfiler y, espero, sin dolor.
Besos
muchas gracias, fernando, aunque estos alfileres no me duelen, todo lo contrario, me han hecho sentirme viva de nuevo
El corazón helado de Cocò en una cereza helada, con su hueso helado, prendido de alfileres que hacen de antenas para recibir las minúsculas transacciones que irradian (e irrealizan) ciertos sentimientos.
Pequeñas descargas que lo desfibrilan, ajustando el pulso del verano de los territorios franceses del sur a este invierno extremo y duro. Y, mientras suena el Ave María que nos regaló, sonrío al contemplar sus serenos arrebatos.
Se acaba la música, pero podré volver a escucharla hasta que te decidas a regalarnos más, sin necesidad de actuar contra nadie.
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