viernes, 10 de julio de 2009

Morfina para una luciérnaga apagada


Llegó con el corazón desordenado, con versos criptogramas
como besos no dados.
Llegó descalza y herida de los pies a la cabeza
y con una felicidad difícil de armar
-como ese cubo de colorines sin resolver entre manos estúpidas-,
amando tanto de nuevo la lógica de los murciélagos
que te sueñan boca abajo.
Llegó con un ala destrozada y sin la luz prometida.
No serás tú, me dijo
y envolvió con temblor su delirio
y escondió su piedrecita en su bolsillo más profundo
y desdibujó de su pecho la casilla del cielo
a la que nunca podrá llegar.



Marcel Cranc, Ara, 2008. (Versión de 2016)

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