lunes, 28 de enero de 2008

La puerta de atrás


Anoche jugué a las dos puertas imaginarias. Abrir una para que sólo uno pudiera pasar a mi habitación. Saber quién domina mis pulsaciones, mis vísceras, mis deseos. En una esperaba mi esposo, en la otra el imbécil de moro. Una elección clara y coherente, a simple vista. Pero cerré los ojos y recordé momentos que no condicionaran ni mi odio ni mi juicio. Abrí la puerta imaginaria y tiré de la mano de moro. No puedo hacerme responsable de lo que no sé justificar. Fue el mejor verano de mi vida y no entiendo por qué he de creer que es un indeseable al que no he de volver a ver nunca más. No entiendo por qué el deber, la moral, la fidelidad, las buenas maneras. No entiendo por qué lo que no puedo es lo que siempre me atormenta.


2 comentarios:

Fernando dijo...

Atormenta cumplir un deseo porque debemos tomar una decisión: romper el cristal de los sueños, hacer realidad todas nuestras limitaciones.
Besos

Cecilia Sainte-Naïve dijo...

pues no sé qué prefiero, vivir el deseo o vivir el sosiego... no sé