HAPPY NEW YEAR Mira, no pido mucho, solamente tu mano, tenerla como un sapito que duerme así contento. Necesito esa puerta que me dabas para entrar a tu mundo, ese trocito de azúcar verde, de redondo alegre. ¿No me prestás tu mano en esta noche de fìn de año de lechuzas roncas? No puedes, por razones técnicas. Entonces la tramo en el aire, urdiendo cada dedo, el durazno sedoso de la palma y el dorso, ese país de azules árboles. Así la tomo y la sostengo, como si de ello dependiera muchísimo del mundo, la sucesión de las cuatro estaciones, el canto de los gallos, el amor de los hombres.
Un ataúd, el mar de párpados preñados de abandonos. La historia se transforma en sal y de la fuga pasa a la presencia inasible. Debajo del enigma una existencia fue. Y ahora diluida sopla los colores del espectro que sólo el ojo capta. En la nada, también en la nada, espero el amor: una condensación súbita, un cuadro abstracto de nubes reflejadas o esbozos ondeantes de las olas en la arena, que al punto se disipan. (De Fractales)
"Pour écrire un seul vers" extrait du film Clara et moi d'Arnaud Viard.
"Pour écrire un seul vers, il faut avoir vu beaucoup de villes, d’hommes et de choses, il faut connaître les animaux, il faut sentir comment volent les oiseaux et savoir quel mouvement font les petites fleurs en s’ouvrant le matin. Il faut pouvoir repenser à des chemins dans des régions inconnues, à des rencontres inattendues, à des départs que l’on voyait longtemps approcher, à des jours d’enfance dont le mystère ne s’est pas encore éclairci, à ses parents qu’il fallait qu’on froissât lorsqu’ils vous apportaient une joie et qu’on ne la comprenait pas ( c’était une joie faite pour un autre ), à des maladies d’enfance qui commençaient si singulièrement, par tant de profondes et graves transformations, à des jours passés dans des chambres calmes et contenues, à des matins au bord de la mer, à la mer elle-même, à des mers, à des nuits de voyage qui frémissaient très haut et volaient avec toutes les étoiles – et il ne suffit même pas de savoir penser à tout cela. Il faut avoir des souvenirs de beaucoup de nuits d’amour, dont aucune ne ressemblait à l’autre, de cris de femmes hurlant en mal d’enfant, et de légères, de blanches, de dormantes accouchées qui se refermaient. Il faut encore avoir été auprès de mourants, être resté assis auprès de morts, dans la chambre, avec la fenêtre ouverte et les bruits qui venaient par à-coups. Et il ne suffit même pas d’avoir des souvenirs. Il faut savoir les oublier quand ils sont nombreux, et il faut avoir la grande patience d’attendre qu’ils reviennent. Car les souvenirs ne sont pas encore cela. Ce n’est que lorsqu’ils deviennent en nous sang, regard, geste, lorsqu’ils n’ont plus de nom et ne se distinguent plus de nous, ce n’est qu’alors qu’il peut arriver qu’en une heure très rare, du milieu d’eux, se lève le premier mot d’un vers."
(Aquí iba a ir adjunta la imagen de un precioso atardecer en una reserva ornitológica de Extremadura. Pero los pájaros echaron a volar y la foto con ellos).
Veo un barco irse a la deriva en un mar en calma. El pelo enmarañado, los pechos desnudos, yo voy expuesta en la proa como un mascarón roto a fuerza de embates. Veo al barco irse a la deriva. Siento el agua encharcando mis pulmones, las algas enroscándose en mi cuello, la espuma devorándome la boca. Veo al barco irse a la deriva mientras él me abraza y me susurra: "Mira, Cecilia, mira a lo lejos, es todo tan hermoso".
El lagarto me dejó rota, él lo sabe y bromeamos con ello mientras le rozo con mis pedazos más lacerantes. (Pienso, qué guapo estás, bichejo, qué bien te sienta el amor). Él los acepta con su mejor sonrisa, en una rendición que me incomoda. Me siento culpable por repudiarle, por desear con todas mis fuerzas arrancarle la piel a tiras, a arañazos secos. He perdido y no puedo hacer nada. He perdido, simplemente, he perdido una vez más y me irrita este despecho velado que me he negado a gritar, que yo misma me he obligado a curar.
Redundancia reptil y amarga. Por la mañana, lagarta. Por la tarde, lagarto. ¿Por qué el azar me obliga a tanto en un solo día? ¿Por qué someterme a más frío, a más gris? Esta tierra me raspa hasta la sangre.
"Un prólogo es un estado de ánimo. Escribir un prólogo es como afilar la hoz, como afinar la guitarra, como hablarle a un niño, como escupir por la ventana. Uno no sabe cómo ni cuándo las ganas se apoderan de uno, las ganas de escribir un prólogo, las ganas de estos leves sub noctem susurri."
Pequeña lechuza asustada, no temas ya los grandes vuelos, las distancias más lejanas. El peligro estaba tan sólo a dos metros de tu nido, camuflado en una nocturnidad cotidiana, en una noche apacible.
La lechucita vuelve sola al amanecer. Pero ahora sabe que existe un árbol donde la esperan.
(Canturreaba y escribía aquella fatídica noche, mientras caminaba de vuelta a casa, minutos antes de ser asaltada por el terror. Recuerdo que me detuve para anotarlo y que me sentía tan protegida por la buenaventura, que no corrí cuando presentí aquellos pasos...)
"Qué palabra tan preciosa, qué momento tan fascinante, el battement d´ailes, su sonido furtivo".
Battement d´ailes, battement d´ailes, he repetido muy bajito, apenas un susurro. No quiero que sepa, de momento, que ha formulado la palabra mágica, que ha roto el maleficio, que ha sido así elegido (él que tanto me habla de pájaros, sin saber que uno tiembla entre sus manos) para contemplar el espectáculo del nuevo vuelo tras la herida, de la eclosión de la belleza más ardiente en el dorado de este otoño.
Il est assez difficile de profiter de cette période qui précède la relation. L´état d´attente dans lequel on se trouve alors empêche de s´intéresser à quoi que ce soit d´autre que la concrétisation de la relation elle-même. Rétrospectivement, cette phrase apparaît aux esprits les plus révisionnistes comme un espace d´attente purement euphorique.
Cela n´est pas tout à fait le cas.
La possibilité d´intrigue entraperçue entraîne un effet une grande difficulté à vivre sereinement
l´instant présent.
La perspective de ne pas mener à son terme une relation bien engagée devient même une idée fixe.
Le patient présente alors un symptôme fréquemment répertorié: l´inquiétude.
Vincent Delerm, Le fait d´habiter Bagnolet.
ÉL
Es bastante difícil disfrutar de este periodo que precede a la relación. El estado de espera en el que nos encontramos impide interesarse en lo que sea distinto de la concretización de la relación en sí misma.
Retrospectivamente, esta frase aparece en las mentalidades más revisionistas como un espacio de espera puramente eufórico.
No es del todo el caso.
La posibilidad de intriga entrevista entraña un efecto una gran dificultad de vivir con serenidad el instante presente.
La perspectiva de no sacar adelante una relación muy comprometida se convierte incluso en una idea fija.
El paciente presenta un síntoma frecuentemente catalogado : la inquietud.
Este jueves día 5, a las 19h., leeré alguno de mis poemas sobre las Metamorfosis de Ovidio, con motivo del IV Simposio de Estudios clásicos extremeños. Tendrá lugar en el paraninfo de la facultad de Filosofía y letras de la Universidad de Extremadura (Cáceres).
(Debería estar contenta, emocionadísima, pero lo cierto es que no. Igualmente me haría mucha ilusión saber que alguno de mis amigos acudió a apoyarme en mi debut como lectora de mis propios poemas.)
a los que me habéis dejado palabras tan calurosas como el más fuerte de los abrazos. Me encuentro debilitada y demasiado entristecida para escribir (¿más que de costumbre?, se preguntarán), incluso para enunciar, pero sigo viva, al fin y al cabo, y con el pecho todavía palpitante. Ahora me retiro a mi esquina ensombrecida, a contemplar lo que sucede mientras yo callo, a esperar el día en el que podré volver a decir y suene un canto.
He soñado que un muchacho búho venía a posarse en mi árbol (y que Serge Gainsbourg me agarraba de mi cintura desnuda mientras los puntos del corazón me estallaban en el sexo). No sé quién era, alguien que me envolvía en un vuelo de paz. Pero también he soñado con la pareja de lagartos y cómo ella embellecía por segundos -como la malvada reina de aquel cuento- absorbiendo todo lo hermoso que pudiera quedar en mí.
Hoy he visto a la lagarta. Hoy he visto al lagarto acariciándole la espalda. Hoy he sentido de nuevo cómo mi corazón se hacía añicos y a un coraje diminuto gritarme no llores, Cecilia, hay que seguir, seguir, seguir.
Los días de lluvia me dedico a apartar caracoles de las aceras. Los recojo con sumo cuidado. En un primer instante, ellos esconden la cabeza, pero perciben en mi energía que no tienen nada que temer conmigo, que sólo les desvío de su ruta para salvaguardarlos. Entonces, en el breve trayecto aéreo en el que vuelan sujetos a mi mano, extienden sus antenas hacia el cielo, siento levemente cómo vibran de emoción. Cuando ya reposan en tierra más segura, continúo satisfecha mi camino. Mis caracoles morirán mañana, así lo exige su ciclo natural, sin embargo no será bajo la suela de un zapato descuidado o de una patada insensible.
Los días de lluvia protejo a los caracoles que salen a mi paso. Y lo hago porque yo también espero otra suerte, una mano que me aparte del peligro que me orienta, una simbólica salvación en este otoño de humedades tan profundas.
La naturaleza es sabia. Por eso, finalmente, unió en la tierra al lagarto con su lagarta y a la lechucita la dejó custodiando las noches y sus silencios en la soledad de las alturas.
Hay lugares que se me escapan, inaccesibles a mi debilidad, a mi temor de no saber sostenerme en sus desequilibrios, de no tener cabida bajo sus cúpulas de cristal. Hay lugares a los que no podré llegar, víctima de una inacción que me anula toda esperanza. Hay lugares a los que no perteneceré nunca. Presiento que es en uno de ellos donde mi amor se esconde.
ESTA TERNURA Esta ternura y estas manos libres, ¿a quién darlas bajo el viento? Tanto arroz para la zorra, y en medio del llamado la ansiedad de esa puerta abierta para nadie. Hicimos pan tan blanco para bocas ya muertas que aceptaban solamente una luna de colmillo, el té frío de la vela al alba. Tocamos instrumentos para la ciega cólera de sombras y sombreros olvidados. Nos quedamos con los presentes ordenados en una mesa inútil, y fue preciso beber la sidra caliente en la vergüenza de la medianoche. Entonces, ¿nadie quiere esto,
Se rompió, finísimo tallo azotado por dudas en corrientes feroces. No hay aire, no hay savia, pero un grito que despertó a todos, que lo despertó a él.
Sabes que ahora escribiré y estarás tú. No será mucho tiempo (tiempo, el tiempo, tormenta de arena insalvable), no sé cuánto, el suficiente para comprender que lo indecible es el nombre de esa mitad mía que se me escapa: tú. Serán cinco minutos dilatados hasta el imposible mientras mi garganta prepara el estallido. Ahora serás tú y te quedarás aquí un ratito, en lo que enuncio sin decirte, complacida y temerosa de mostrarte mis cuidados, aunque yo ya esté vieja para velar este fuego en la memoria. Cinco minutos de hermoso delirio, animal que araña mi vientre, bolsa de cielo envolviendo mi cabeza (no es nada esta ansiedad, es el corazón que me late hasta los labios) y la muerte de amor parada a tiempo, cinco minutos antes del fin. (15/08/09)
Me arrastro por el suelo agarrada a tus últimas palabras -como a la cola de un caballo indomable que se aleja hacia el lugar que yo quería junto a ti- para que no se me escapen, para que no las olvide, para que no se vayan contigo hacia ese exilio indefinido del que no me avisaste y sin embargo ya intuía cuando tu abrazo resbaló incompatible con mi cuerpo escaso, con tu voluntad de acoger en tu deseo a una idiota como yo.
hila su imposible claridad nuevamente la envenenada sonrisa solar ¿sientes el divino salivazo sobre la bestia sientes el hedor de la rosa sientes mi corazón sobre el tuyo? alguien escondió un ruiseñor de agujas en tu cuerpo más tarde será tarde cuando la soledad invente lo mejor nuevamente tus labios tus ojos las ruinas de tus caricias el mar de mi pecho la soledad "estrella de mis noches" nadie sabe mis cosas
No huir, tampoco reventar la noche buscando el colchón de la mañana. No entregar el corazón como un pañuelo de papel con el que limpiar el semen estéril de lo efímero. No desmembrarme, moldearme desde adentro, en paz, en equilibrio, para que el suelo no queme, no hiera Reconocerme como la que soy, Cecilia, soy Cecilia, no pretender ser un lagarto al que no le importa nada
más allá de los impulsos. Soy Cecilia, tímido estallido de verbo iluminado, pecho profundo y candente únicamente feliz en el arrullo. No huir, no ceder, fortalecerme en la renuncia, No la asolación por la carencia de quien no me está esperando. Ya no me veo hermosa despeinada y desangrada, ya no siento placer como furcia complaciente. Soy Cecilia y la sangre me arde y la oscuridad también me asusta y mis manos buscan el tacto prolongado, la palpación de la belleza. No así, no esto, no ésa. Pero era necesario el asco, atravesar el puente de fango para discernir al otro lado el anuncio de mi verdadera voluntad: avanzar, no retroceder, querer, no necesitar, crear, no destrozar, reclamar ser amada siendo Cecilia, toda Cecilia, solamente Cecilia.
Salí a las 7 de la mañana, no había dormido. Atravesé media ciudad, loca sumisa complaciente de un muchacho lagarto (esta vez fue él, pero siempre son los otros). Sin embargo fue necesario llegar para iluminar a la pequeña que está escondida en mí (cobarde y vergonzosa que no se atreve a pedir lo que ella quiere) que reclama otro tipo de abrazo, no frío, no efímero, no inconsciente.
Se retrasa el mundo, le espero con los pies en el aire y es cansado. Yo sólo quiero un lugar, como tu cuerpo, pero tú no regreses, ahora espero al mundo, mis pies desnudísimos esperan. (Contra el desprestigio de la altura)
Ya no pienso en árbol, nube, pájaro. Sólo en alambres, llanto y lejía. (Me arrancaría el cuerpo sus accidentes y más adentro, lo invisible una y otra vez, a ver si acaso así, tal vez, algún día...) No, ninguno me quiere. II ¿Quién puede cantar con esta desazón entre los pechos? He tratado de helarme la sangre, de afilarme las garras postizas, de zigzaguear entre matorrales sin pensar en amor, amor, amor pero no ha servido de nada. Vives constantemente en deseo, se atrevió a decirme el bichejo. Sí, deseo con mi barquito de papel soñando desde la orilla una tierra tan lejana e inaccesible para quien no pide nunca nada a cambio (¡Llévame, llévame, llévame!)
Se envolvió en hojas y ramas, rompió los relojes de arena, liberó a los pájaros que anidaban en su memoria, se dejó mecer por ellos. Renegó de la palabra de las mujeres ordenadas (esas que ubicadas en sus cuadrículas creen sentirse felices), prefirió callar, no preguntar, no trazar un camino. Plegó los mapas, cerró los ojos, descubrió sus diminutas manos escondidas - torpes y heridas- e invocó al azar mirando al cielo. (Pobres muchachas nubladas que todavía creen en la magia y sus migajas de pan). Pero sucedió, reapareció él, tropezó contra su pecho de ámbar, antiquísimo amor-mosquito aún latiendo en su resina y arañando la frágil corteza lloró por cada extravío en la corriente de una ciudad que otra vez la arrastraba desnuda, perdida, dolorosamente enamorada.
Al norte de la línea de sombras donde todo hace agua, rompientes en que el mar océano se engendra o se deshace, y el naufragio inminente todavía no se ha consumado, ciegamente te amo.
Llegó con el corazón desordenado, con versos criptogramas como besos no dados. Llegó descalza y herida de los pies a la cabeza y con una felicidad difícil de armar -como ese cubo de colorines sin resolver entre manos estúpidas-, amando tanto de nuevo la lógica de los murciélagos que te sueñan boca abajo. Llegó con un ala destrozada y sin la luz prometida. No serás tú, me dijo y envolvió con temblor su delirio y escondió su piedrecita en su bolsillo más profundo y desdibujó de su pecho la casilla del cielo a la que nunca podrá llegar.
Luciérnagas alborotadas en mi pecho. Un murmullo acompañando su luminoso vuelo * * *
(Sábado 4)
No dice nada, no puede verbalizar aquello que siente. El corazón bombea tan rápido que entorpece el canto, la palabra. Triste y tonta, llora un poquito, no sabe distinguir el amor de un ciempiés viajero que le acompaña en su mal presentimiento. Mira la piedra, la aprieta, aún no dice nada. * * *
(Domingo 5)
El largo camino hacia el desastre ha cansado a las luciérnagas, las ha matado. Vuelvo a ser un cuerpo enamorado que ya no tiene luz.
Aunque no se trata de un espacio literario ni considero que mis textos tengan ningún valor fuera del ámbito emocional, declaro que todos los escritos de mi autoría que aquí figuran están amparados por los derechos de propiedad intelectual y se hallan registrados con el siguiente número de asiento registral: 14/2012/102